La trinchera de contención en que se convirtió la atención primaria, tiene importantes fracturas a trece meses de iniciada la pandemia en nuestro país. Si no se detiene  el tsunami que ya ahoga a las y los trabajadores de salud, su impacto arrastrará a todo el país a una crisis aún mayor. 

Las extenuantes jornadas; la tensión provocada por una pandemia sin fecha de término; el pobre liderazgo de las autoridades del sector y las apremiantes necesidades de los pacientes -entre otros-, están afectando física y emocionalmente al personal de salud como un verdadero maremoto. Pero no solo se trata de  exigencias laborales, la primera línea también ha sufrido los estragos del resto de la sociedad: desempleo de familiares, fallecimientos, enfermedades, así como angustia y ansiedad provocadas por vivir de una nueva forma.

Ya el año pasado, el 40 por ciento de las y los trabajadores de salud encuestados expresaron  agotamiento emocional por su trabajo siempre o algunos días a la semana, según el estudio  realizado por la Secretaria de Salud de la CUT y los 16 gremios que la integran.  A esta altura la situación solo puede haberse agravado ante una pandemia que no ha cedido.

Para hacer frente a la urgencia sanitaria y a la demanda de usuarios y usuarias, los servicios de salud y direcciones de salud municipales,  están sobreexplotando a punta de amenazas a quienes han puesto su mayor esfuerzo para que salgamos de esta crisis. Se calcula que a nivel nacional, hay un 25 por ciento menos de trabajadores en todos los niveles sanitarios.

El trabajo en turnos rotatorios no solo permitía evitar contagios, también reponerse algo del agotamiento; sin embargo comenzó a suspenderse en enero de este año. Dice Liliana Araya, presidenta de la Ferfusam II Región: “Hay varias comunas donde los hicieron volver a todos. En Calama conseguimos una resolución hasta fines de abril que permite que la gente trabaje una semana y tenga a la siguiente, dos días o tres mañanas  para recuperarse”, afirma.

Liliana Araya

Añade que la directora de salud insiste en que todos deben retornar a sus labores para hacer frente a la ola de enfermedades crónicas: “nos amenazó con descuentos y que no se pagarían las metas sanitarias”.  Advierte que es ilusorio creer que solo con entregar remedios o hacer exámenes a los crónicos se  compensarán: “con la alta tasa de desempleo muchas familias están a puro pan y no pueden alimentarse mejor, más encima su salud mental está deteriorada por el encierro, miedo y falta de ingresos. La salud depende de varios factores y tomar el pulso o escuchar no los resolverá, se requieren otras medidas integrales”, afirma.

Insiste en que la carencia  de personal por estrés, agotamiento, enfermedades o porque han optado por  trabajos con mejores condiciones, está colapsando a la atención primaria: “El cansancio está acumulado desde marzo del año pasado, tenemos muchos problemas de salud mental y una población muy demandante cuya agresividad va en aumento”, concluye.

Liberar metas, reforzar equipos

Por su parte,  Marcela Sepúlveda, presidenta de Atrasam, enumera como estresores además de la sobrecarga laboral, “No saber cuánto tiempo más estaremos bajo estas condiciones; no tener a quién traspasarle funciones; observar que las estrategias aplicadas no tienen efectos y  ver cómo la población se comporta de manera irresponsable y no bajan los requerimientos. Respiro no hemos tenido en más de un año”, expresa con preocupación.

Marcela Sepúlveda 

Junto con lo anterior, remarca la dirigenta que afrontan  una exigencia muy fuerte por cumplir  TTA y vacunaciones, con una recarga brutal para tens y enfermeras, sin contar con el personal suficiente para cumplir dichas funciones. Dice que no dan abasto a pesar de las reconversiones de labores de otros profesionales como nutricionistas, kinesiólogos u odontólogos.

Marcela indica que urge liberar a las y los funcionarios del cumplimiento de metas y reforzar los equipos, contratando nuevo personal. Esto, porque tal como lo ha señalado Confusam: Si nosotros caemos, cae Chile entero”.

El necesario autocuidado

La sicóloga y musicoterapeuta, Sandra Mora, enfatiza que previo a esta crisis, el personal de salud ya estaba sobreexigido, situación que solo  se acrecentó  porque debió  aprender a funcionar de una forma “muy poco humana, sometido a una presión enorme”.

Sandra Mora

Remarca que la salud mental siempre ha sido el pariente pobre y que esta pandemia ha agravado esa situación. Explica que la crisis deterioró a los equipos de trabajo, que ya no pueden socializar y han abandonado prácticas y rituales que les permitían generar resiliencia. “Se sienten abandonados por las autoridades, sienten que no son escuchados ni hay empatía hacia su situación. Sin embargo, deben ser empáticos y contener a una población con una demanda muy fuerte en salud física y mental, para lo cual no están preparados  porque tampoco están bien”.

Agrega la especialista que aumentó la agresividad hacia el personal sanitario porque la incertidumbre  hace actuar desde el temor. En ese sentido, los usuarios desesperados, se comportan agresivos  “porque operan  desde su cerebro reptiliano, en acciones de ataque y defensa”.

Sandra recomienda trabajar en el autocuidado recuperando los espacios de conversación. Lo ideal, añade, es que cada servicio destine  cinco a diez minutos al inicio de la jornada para que la gente converse de qué le sucede y elabore su experiencia. También que se sumen pausas activas, con ejercicios de estiramiento y elongación; que se realice un chequeo corporal  ubicando las zonas de tensión y relajándolas.

Propone realizar prácticas orientales que permitan integrar cuerpo, mente y espíritu. Asimismo, retomar hobbies que nos hacían bien y que dejamos en algún momento como dibujar, tocar guitarra u otras.

Remarca que el gremio debe preocuparse del autocuidado permanente entre sus asociados. “Es el momento de hacer cambios, ojala para todos los trabajadores del país”, afirma.