Dos médicos integrarán la Convención Constituyente. Una de ellos, es Natalia Henríquez, electa en la Lista del Pueblo por el distrito 9 (Región Metropolitana).  Internista en el hospital San José, se encuentra con permiso sin sueldo y todas las ganas de asumir en los próximos días su nuevo trabajo constitucional, para representar la profunda transformación que la ciudadanía exige.

-¿Qué es el derecho a la salud y por qué no fue consagrado en la actual Constitución?

– Tiene que ver con lo que entendemos por salud. Habitualmente la conversación se centra en la atención de la enfermedad. Se trata de  la perspectiva patogénica de la salud, donde se nos enseña a curar pero no a preservar la salud.

Cuando se quiere consagrar desde un punto de visa mercantil el derecho a la salud, lo que se termina asegurando es el acceso a la atención, a prestadores. Muy pocas veces la discusión se centra en la atención primaria que es donde se hacen las acciones de promoción y prevención. Es la gente enferma quien consume salud y en Chile se ha priorizado el  consumo. En este esquema,  los prestadores pueden cobrar las tarifas que quieran y existe sobredemanda  por especialistas y no por médicos de familia o generales. Es todo un constructo orientado a consumir salud.

-Las personas buscan  usar lo mejor posible sus recursos económicos y, por, ello recurren a especialistas…

-Exactamente y  como tampoco se educa en salud, muchas personas no saben qué es un médico de familia o las competencias de un médico general. En mi caso, que soy médica internista, la mayoría no sabe qué es. Como hay desinformación en este país, donde todo se orienta a que la persona elija, tampoco elige bien porque no tiene todas las herramientas para hacerlo.

-¿Qué rol le atribuyes a la atención primaria?

-Se sabe desde los años setenta, que es el pilar fundamental para preservar la salud. Si uno hace un buen uso de los recursos sanitarios,  los mejor utilizados son aquellos que se invierten en APS,  porque disminuyen la carga de enfermedad de la población  y, por tanto, los requerimientos de atención de la enfermedad. Como es sabido, por eso es tan explícito que no se quiera mejorar la calidad de vida de las personas.

-¿Deliberadamente no se prioriza a la APS para que la gente gaste más en salud?

-Claro. Porque si tuviéramos una salud primaria de cobertura universal, implicaría que nuestra población estaría mucho más sana y consumiría menos atenciones de especialistas y hospitalizaciones. Y eso no le sirve a un mercado de salud.

-¿Debe existir un único sistema de salud?

-Absolutamente. El sistema de salud es la organización completa de cómo se entrega la salud en un país. Esto implica las políticas sanitarias, quién las va a implementar,  cómo se financian y cómo se entrega la prestación.  Es el sistema nacional de salud creado en el año 52. Pueden existir los privados, pero como prestadores  supeditados a esta gran orgánica general a la cual tienen que responder. Es otra lógica.

-¿Qué pasa con las isapres en ese sistema?

-Probablemente, debiéramos avanzar hacia un seguro único general y que puedan existir seguros complementarios con coberturas específicas en áreas en que las personas quieran tener mayores comodidades.

-¿Y cómo debiese financiarse el sistema?

-La mayoría de los sistemas se financia  o por impuestos generales o por cotización individual.  Uno puede extremar, aquí se extrema la cotización individual, pero la atención primaria se financia con impuestos generales,  igual hay un mix. Lo que hace falta es mayor inversión en impuestos generales, aunque -personalmente-  creo que hay que mantener una cotización individual.

-¿Cómo desde el sistema de salud se puede aportar a nivelar las determinantes sociales?

-No se puede asegurar un derecho a la salud sino se intervienen otras políticas públicas y otros derechos sociales.  Y cuando se tiene instaurado un sistema único de salud, esa organización permite dialogar con los otros ministerios, se le da más poder a este sistema único de salud para que lo haga.