El 14 de julio, el Ministerio de Salud convocó a la formación del Consejo para la Universalización de la Atención Primaria de Salud, integrado por ex ministros del área, la academia, presidentes de las comisiones de salud de la Cámara  de Diputados y del Senado, Confusam, Colegio Médico y Ancosalud, entre otros. Su objetivo, es abordar “la universalización de la APS como una política de Estado”.

Ricardo Fábrega, asesor de Confusam e integrante del Consejo, profundiza en este proceso de transformación de la APS.

-Se ha avanzado en la universalización de la atención primaria?

-No hay ninguna decisión tomada, salvo que habrá una partida progresiva y que se incorporará, al menos, a las  comunas de Punta Arenas y Alhué y un par más (6 ha indicado el Ministerio).  En qué consistirá el proceso aún no es claro, está abierto y con todos los actores arriba del buque.

El Consejo dispondrá de una web y subiremos todas las reflexiones, documentos y propuestas. La idea es que avancemos hacia la salud primaria universal. No creo que este proceso lo terminemos en tres años y medio, pero sí debe quedar bien encaminado para que gobierne quien gobierne sea un acuerdo transversal. Eso es lo que espero.  En el Consejo está el senador Francisco Chahuán de RN; la Rosita Vergara, de Ancosalud; están los sindicatos, y me da la impresión que habrá mucha transparencia sobre lo que quiere cada uno y el Gobierno dirá por qué optará fundadamente.

¿Ya existe un plan de trabajo?

-Hay una propuesta preliminar del Gobierno que la está trabajando. La presentarán el 6 de septiembre, día de la atención primaria. Tendremos un mes de debate y en la sesión de octubre vamos a entregar una postura. Ahí surgirán las diferencias y el Gobierno tendrá que decidir.

-¿La universalización partirá este  año?

-Partirá con las primeras comunas este año, en noviembre-diciembre. Pero el grueso -con los aprendizajes del caso- estará en el presupuesto del 2024-2025, porque el actual ya está cortado. Esa es mi impresión como viejo salubrista que ha estado en la gestión y que sabe que estas cosas son siempre más lentas.

-Hay cifras del Gobierno sobre que solo el 50 por ciento de la población adscrita concurre a la atención primaria, sobre todo los hombres más jóvenes no asisten…

-Ese es el informe de la Comisión de Productividad, que se  elaboró básicamente durante el gobierno pasado. Da buenos datos pero no es un análisis de la atención primaria, es del primer nivel de atención.  No es exactamente lo mismo porque lo que están viendo es la atención de personas. Pero esa persona que no va al centro de salud no vive sola, vive en una familia y tiene un cuidador principal que es casi siempre una mujer que cuando lo ve mal lo lleva de las mechas al consultorio.  Si no va es porque la cuidadora principal estima que está bien o porque no está cumpliendo su rol.

Una verdadera atención primaria tiene cuidadores en el seno de las comunidades familiares y territoriales. En el caso de  los que viven acompañados siempre hay alguien que cuida y que debe ser considerado parte del sistema. Más que recuperar ciudadanía debemos recuperar cuidadanía.  Así, cuando se produce un quiebre se cuenta con un equipo cercano que apoya en el proceso de recuperar la salud  y que resuelve la mayoría de los problemas.  Cuando no puede resolverlos, articula la solución con otro soporte especializado. Eso es atención primaria, no es el primer nivel de atención como lo considera en Chile el mundo biomédico, el mundo productivista. No hay que suponer que todos los que no van al consultorio no están siendo cuidados; suponer que si no son vistos por un médico no están bien cuidados, es ridículo.

Lo que falta es un diagnóstico de la capacidad de cuidarnos, de la magnitud del daño. Eso no lo sabemos y es lo más grave.

¿Ese diagnóstico es prioritario?

-Eso vamos a plantear algunos consejeros.  Los diagnósticos hechos son útiles, pero faltan otros sobre el meollo del asunto, sobre lo que hace cambiar el modelo. No se trata de poner médicos para que atiendan la mayoría de las cosas y limitar el acceso a especialistas.  Esto no es para cuidar a los especialistas, es para cuidar a la gente. Eso implica participación para que las personas se hagan parte de su cuidado.

-¿Qué opina de la evaluación sobre carencia de infraestructura?

-Mi impresión es que el monto podría estar sobreestimado, porque hay otras maneras de resolver no solo con centros de salud familiar. El indicador que usaron es un indicador bastante maximalista, la cifra es para espantar a cualquier ministro de Hacienda.  La buena noticia es que hay una gran brecha pero no es tan terrible como la pintan.

-Ud. ha dicho que podrían instalarse consultas en casas o departamentos?

-Para cuidarnos no necesitamos un cesfam para todo, siempre y cuando tengamos lugares para hacer consultas como en Costa Rica, Cuba o Uruguay.  En esas consultas puede atender un médicos unas horas, luego una enfermera y, después, un terapeuta ocupacional: Un equipo que se rota y que ve gente cerca de su casa.  La brecha en infraestructura puede ser menor si nos  ponemos creativos.

-¿Y la brecha en recurso humano?  

-Se está cerrando rápidamente con la formación. Pero también hay que cerrarla en algunas competencias. La formación ha sido más sobre el modelo biomédico y necesitaremos uno más enfocado hacia el cuidado. Uno socioespiritual sicobiológico. Es decir, uno que considere primero el contexto donde se producen los cuidado que es lo social; seguido por lo espiritual que es el sentido de la vida; después viene lo socio biológico. Así, avanzaremos más en una mirada salutogénica.