Empezando julio, se redujo el número de contagios en el país por coronavirus. Es el momento oportuno para que las autoridades evalúen bien cómo y dónde internar a los enfermos si los hospitales colapsan de nuevo. Hoy la enorme carga la han sostenido los trabajadores del nivel primario, sin disponer de recursos para ello.

Desde abril comenzaron a implementarse las Unidades de Observación Prolongada en la atención primaria (UOP), con miras a llegar a 120 en todo el país. Su objetivo -al igual que el año pasado-sigue siendo descongestionar las emergencias  y disminuir la ocupación de camas hospitalarias por covid 19.

Frente a esta situación, la presidenta de Confusam, Gabriela Flores, denunció  la falta de condiciones y recursos suficientes para realizar estas labores de forma segura. Indicó que “se nos pide que recibamos pacientes sin tener servicio de alimentación, ni equipamiento, ni la infraestructura para mantenerlos aislados por uno o más días”.

En el norte

Desde la Región de Coquimbo, Carlos Fuster, presidente de Afusam La Serena, relata que disponen de dos SAR habilitados como UOP, que funciona 24 horas: Raúl Silva Henríquez y Emilio Schaffhauser.

Carlos Fuster

“Se supone que la permanencia era hasta por un máximo de seis horas, pero los pacientes han estado más porque no hemos tenido dónde derivar”, indica.  Lo más doloroso, expresa,  es que a finales de junio ya habían fallecido seis personas entre ambos establecimientos, esperando hospitalización. Cuenta que el samu iba a dejarles enfermos que en otras instancias debieron ser trasladados al hospital.

Carlos señala preocupado que la situación es riesgosa.  Al no contar con insumos ni infraestructura, corre peligro la vida de los pacientes, pero también los funcionarios “pueden ser acusados por no haber dado la atención que correspondía, a pesar de no disponer de las condiciones para hacerlo”. De hecho, incluso les ha tocado vivir situaciones de violencia derivadas de las hospitalizaciones.

El dirigente alerta que la demanda ha bajado en los últimos días, pero ante la llegada de nuevas cepas de coronavirus debe buscarse otras soluciones.  Las y los funcionarios tienen la presión de la complejidad de la atención, el alto número de ellas y  las agresiones  “es alta la carga sicológica”, agrega.

Advierte que incluso debieron ocupar salas ERA, “porque disponemos de lugares de observación limitados. Si no tienes salida, te vas quedando atochado. Y no hay otra opción para los pacientes, si se satura el nivel primario no hay más”, concluye.

En el centro

Pablo Salinas, dirigente de Afasimuq y de jóvenes Confusam,  explica que en el sector norte de Santiago -compuesto por ocho comunas- disponen solo del hospital San José  para derivar, recinto que ya estaba colapsado antes de la pandemia.

Pablo Salinas

Para evitar decenas de ambulancias con pacientes fuera del centro hospitalario, ahora se organizan mediante un médico regulador que autoriza el traslado  desde los centros de salud a la UOP -ubicada en el cescof Lucas Sierra de Conchalí- o al hospital dependiendo de la gravedad y disponibilidad de cupos. Claro que esto puede implicar que algunas personas deban pasar sus primeras 24 horas, en sapu a espera de ese espacio.

Y aunque en este momento, los contagios han decrecido y han manejado las hospitalizaciones, Pablo expresa su gran preocupación de que con la apertura de colegios, aumenten otras enfermedades virales como el sincicial: “como ocurre todos los inviernos” y se superpongan al covid, generando una enorme presión sobre los centros de salud. Enfatiza que ya está reconocido que la vía de transmisión es por aerosoles, y no se están ocupando las mascarillas adecuadas para evitar el contagio.

En el sur

Diman Pereira, dirigente de Afusam Chiguayante cuenta que en su zona se implementó la unidad de observación para apoyar al hospital regional que alcanzó una ocupación preocupante en las últimas semanas.

Diman Pereira

Hasta fines de junio, habían atendido 52 pacientes con estadías entre 2 y 6 horas.  Dice que eran  estabilizados y esperaban su evolución. El problema remarca el dirigente, es que el SAR Chiguayante debía seguir brindando las atenciones normales y evitar contagios cruzados: “Como Confusam siempre dijimos que estos establecimientos  no fueron pensados para hospitalizaciones sino para un tratamiento rápido y  derivación al centro de mayor complejidad”, declara.

Añade que como no podían  entregar un servicio con calidad, el Ministerio ofreció recursos extras, pero “solo financió tres funcionarios: tens, médico y enfermera sin considerar que ante la constante demanda había que hacer recambio. El Ministerio nunca ha entendido que los recursos que entrega a APS son insuficientes”.

A la fecha de la entrevista, no había  fallecidos en el SAR local por covid. Argumenta Diman que un manejo rápido y el refuerzo de las hospitalizaciones en el hogar sumado a una mayor  trazabilidad con recursos propios, permitió controlar la demanda, sobre todo porque las tres camas del centro eran absolutamente insuficientes.

Finalmente, agrega como reflexión que esta pandemia dejó al descubierto la carencia de infraestructura para atender a un porcentaje importante de población enferma; la falta de una política de salud mental y que la APS nunca ha contado con los recursos para las nuevas exigencias.