220 mil contagios y más de 3.600 fallecidos al 16 de junio, demuestran que en Chile la pandemia por Covid-19 no se enfrentó de la manera adecuada. Y aunque algunos dirán que es difícil saber cuál era la mejor opción ante un virus desconocido, podemos revisar qué hicieron y cómo les ha ido a Cuba y Costa Rica, los otros dos países del continente -además del nuestro- con una atención primaria fuerte. Y, a diferencia nuestra, con un sistema público universal de salud.

Con más de cuatro millones de turistas anuales, claramente Cuba pudo enfrentar una grave situación sanitaria. Pero no ha sido así, al menos, hasta ahora han contenido la expansión del Covid-19. Hoy, los contagios ascienden a 2.273 y a 84 las muertes entre sus once millones de habitantes.

En la isla, la salud pública es un derecho universal, cuya puerta de entrada es la atención primaria, que enfatiza la prevención y educación bajo un modelo de medicina familiar y comunitaria. Dispone de 150 hospitales, 449 policlínicos y 11 mil consultorios médicos comunitarios.

Esta APS, con un fuerte vínculo territorial e intersectorial, difundió desde el inicio información de la pandemia por cuadras, centros de trabajo y de estudio, preparando a la población. De esta manera, todo el país se puso a la tarea de proteger a los suyos y atender a los grupos más vulnerables. La prevención y pesquisa fue liderada desde el primer nivel de atención y reforzada con acción comunitaria mediante estudiantes de medicina que visitan los hogares para detectar contagios; voluntarios que limpian e higienizan hogares de ancianos; apoyo a las familias de trabajadores de la salud expuestos, entre otras varias medidas.

Los sospechosos se quedan en casa o son aislados en recintos dependiendo de su estado. En Cuba no se atiende a confirmados en los domicilios sino en hospitales. Mientras que los contactos estrechos son vigilados en centros especiales.

Costa Rica también exhibe cifras alentadoras: 1.795 contagios y 12 fallecidos en una población de cinco millones de habitantes. Este país dispone de un sistema universal de salud con una cobertura del 95 por ciento de la población.

Los Equipos Básicos de Atención Integral de la Salud (Ebais) son la primera línea frente a la pandemia. Desde poco más de mil clínicas del nivel primario se hace la detección y contención.

Asimismo, se creó una aplicación para celulares que ayuda a ubicar casos sospechosos y establecer niveles de riesgo; además, la población ha acatado con disciplina las normas de distanciamiento. Y, al igual que en Cuba, el trabajo intersectorial ha sido fundamental. La Fábrica Nacional de Licores se reorientó como el gran proveedor de alcohol en gel apoyado por estudiantes universitarios; la Universidad de Costa Rica fue autorizada para producir respiradores, mientras que el Instituto Nacional de Aprendizaje se ocupó de elaborar ropa hospitalaria.

¿Y EN CHILE?

La estrategia del ex ministro de salud, Jaime Mañalich, para abordar la batalla contra la pandemia fue desde el hospital y basada en la provisión de camas críticas y respiradores para contenerla. Solo a tres meses de iniciada la crisis sanitaria en el país, decidió entregar la trazabilidad de los contagios a la atención primaria, ya que desde un inició radicó esa función en las seremías de salud.

 

 

 

 

 

Pese a ello, y tal como lo señala la presidenta de Confusam, Gabriela Flores, “el nivel primario ha estado desde el primer día haciendo trazabilidad y contención. El Gobierno se equivocó al dejarnos en segundo lugar cuando la APS es territorial y conocemos nuestras comunidades. Los equipos partieron en marzo sin la información de pacientes Fonasa e Isapre para el control de todos los casos y sin recursos extras para esa tarea”.

 

De la misma manera, aclara que la atención primaria nunca ha dejado de lado las otras acciones de salud: “Aparte de combatir la pandemia hemos estado con telemedicina; vacunaciones; entrega de leche y medicamentos; atención domiciliaria de crónicos; control de embarazadas y adultos mayores en los hogares”.

Afirma que si quieren que se haga más territorio, se necesitan más elementos de protección, personal y testeo: “estamos trabajando por turnos para evitar contagios, con una enorme sobrecarga laboral y nuestra gente está colapsando”. De hecho, un informe ministerial habla de casi diez mil trabajadoras y trabajadores de salud contagiados.

SALUD PÚBLICA UNIVERSAL

Lo ocurrido en nuestro país bajo esta pandemia, debiese servir para darnos un nuevo rumbo a la salud. Volver a un sistema público universal y con financiamiento suficiente es algo que hoy ya se discute en algunos países europeos, luego de la crisis sanitaria.

La ex ministra de salud, Soledad Barría, señala que precisamente el problema de falta de información para que la atención primaria realizase trazabilidad, se debe “a que no tenemos un sistema universal y solidario de salud. Necesitamos un solo sistema, revitalizado y basado en la APS que sirva a todas y todos los habitantes”.

Resalta que pese a su desfinanciamiento crónico, el sistema público ha sido la columna vertebral de la respuesta sanitaria al Covid-19. Por ello, afirma que es indispensable caminar hacia un sistema universal. Considera que el proceso constitucional que se avecina debiese centrarse en esa discusión. “Necesitamos aprobar una nueva Constitución y hay que dar una discusión respecto a qué tipo de salud queremos: ¿Queremos un seguro curativo que opere cuando ya está presente la enfermedad y que nos ha llevado a la catástrofe en esta pandemia? ¿O queremos una garantía de salud, para que desde los territorios se construya con las comunidades maneras más sanas de vivir y de dar una atención más integral con un sistema universal basado en APS?”, concluye.