Dominique (37 años), sobrevivió al infierno que se desató en Viña del Mar el 2 de febrero. El fuego comenzó a pasos de su hogar, en Villa Independencia, y rodeó rápidamente el lugar donde vivía. Varias veces durante su escape creyó que se quemaría con su familia. Hoy duerme en carpa, mientras sus cercanos la apoyan a “parar” un techo que les permita pasar el invierno.

“Fue todo muy rápido. Escapamos con mi mamá, mi abuelito postrado, una tía que usa bastón y una vecina con su guagua y nos fuimos en mi auto hacia arriba, hacia las tomas.  El auto quedó en pana porque el camino es de tierra y tuvimos que seguir a pie como pudimos, empujando la silla de mi abuelo que se cayó varias veces porque se atascaban las ruedas. Estuvimos rodeados por el fuego y en un minuto, en medio de esa locura, me dije no hay nada más que hacer…”, así cuenta, Dominique Cruz, asistente dental del consultorio Aviador Acevedo de Quilpué, lo vivido esa tarde de verano.

DOMINIQUE CRUZ

Cuando volvieron no quedaba nada de su casa, ni la de su madre ni su tía como tampoco la de sus vecinos. La tragedia de ese viernes cobró la vida de 131 personas y quemó entre 7 mil a 12 mil hogares en la Ciudad Jardín. Pero, como suele ocurrir, hay que mirar hacia adelante y ya el domingo parte importante de la numerosa familia de Dominique estaba desplegada en el terreno para apoyar, despejar el terreno y comenzar de nuevo.

En estas carpas duerme la familia mientras se levanta su hogar

Afortunadamente sus tíos son constructores: “Mi familia ha sido un pilar fundamental, ha estado al pie del cañón con nosotros desde el primer momento, preocupados ante la cercanía de las lluvias”, cuenta.  De hecho, ya hubo un primer apronte de lo que podría venir con la llovizna de hace unos días y tuvieron que ponerle plástico a las carpas pero no pasó a mayores.

Dominique reconoce que está recuperando su vida con la ayuda de mucha gente: “Estamos levantando la casa de mi mamá primero, una casa para todos para pasar el invierno. Con recursos aportados por la familia, el Gobierno y la Confusam nos estamos dando vueltas”, afirma.

La directiva de su asociación base también ha estado presente llevándole mercadería, carpa, toldo y lámparas porque quedaron sin agua ni luz. “Mi centro y Confusam ha estado cien por ciento conmigo”, dice feliz. Se emociona porque nunca pensó ser tan querida: “he recibido mucha ayuda. Estoy rodeada de mucha gente hermosa que llegó a ayudarme”, declara.

Aun Dominique, no regresa a trabajar, está con días libres “hasta que tenga algo. No tengo ropa, ni techo ni donde asearme y presentarme a mi puesto laboral como corresponde”, dice. Por ahora, el desafío es que con el apoyo de muchas manos, reconstruya su vida y la de su familia.