El Covid-19 nos ha puesto de cabeza, enfrentándonos a nuevas formas de comportamiento y de sobrevivencia así como sobrecargándonos de estrés. Pero hay un aspecto que no podemos descuidar: se trata del desarrollo de los menores de cinco años. Lo que hoy hagamos por ellos y ellas determinará el resto de sus vidas, porque esta tarea no se puede dejar para cuando pase la pandemia.
Al cerrarse las salas cunas, jardines y colegios, hubo que reorganizar a las familias. Y, si bien niños y niñas mayores pudieron establecer mejor sus nuevas rutinas, el gran desafío ha radicado en los más pequeños por su dependencia total de sus cuidadores. El desarrollo de los menores de cinco años no puede ser uno de los grandes pendientes de esta crisis.
Construyendo el sí mismo
La pediatra Claudia Sagredo afirma que mediante el proceso de socialización, que ocurre en la primera infancia, se transmiten valores, comportamientos y límites. Es en este lapso, desde el nacimiento hasta los cinco años de edad, donde niños y niñas construyen el sí mismo: “la base de su personalidad. Por ello, es muy importante lo que reciban como estimulación social, intelectual y emocional, ya que les servirá de herramientas para su futuro”, indica.
Claudia Sagredo
Destaca la importancia de la vinculación primaria para el desarrollo biosicosocial del bebé que suele partir con la madre que lo amamanta e incluye a personas significativas capaces de darle cariño y cuidado. También considera a objetos y seres vivos de su entorno que estructuran su mundo. Estos le permitirán establecer un vínculo seguro, “que favorecerá la construcción de un sí mismo más estable, positivo y saludable protegiéndolo de vulnerabilidades prevenibles, ya que esta es una etapa de alto nivel de accidentes y de malnutrición”, declara.
Resalta la profesional que lo que se estructure bien en este periodo favorecerá un mejor pasar en los que vienen, incluida su vejez. Por esa razón, añade, la mayor parte de los países destinan importantes recursos a la primera infancia por las consecuencias que tendrá en el largo plazo. Así, aunque estemos en pandemia, la preocupación por los más pequeños no debe postergarse solo adaptarse.
Para alcanzar, entonces, el mejor potencial físico y sicosocial posible de hijos e hijas, recomienda seguir guías que permitan fortalecer y evaluar áreas importantes como motricidad fina y gruesa, desarrollo social y lenguaje. Indica que los progenitores o quienes están a su cuidado, deben revisar estas pautas y comprobar que se cumplan los hitos por edad. Una opción, recomienda, es ubicar estas guías en chilecrececontigo.cl.
¿Qué hacer?
Señala la Dra. Sagredo que en la actualidad los padres pueden sentir que tienen menos habilidades, porque externalizaron en salas cunas y jardines infantiles muchos aprendizajes que requieren sus hijos. Pero, como hoy esas instituciones no pueden cumplir su labor, “no hay otra opción, deben aumentar su participación en relación a sus pequeños. Hay que reorganizarse en la familia, tanto quienes están en teletrabajo como los que siguen sus rutinas laborales”.
La idea -explica- es que se haga, al menos, una actividad en el día de tiempo efectivo organizado para el aprendizaje de los niños entre 2 y 5 años, idealmente de una hora de duración que puede ser dividida en dos partes. Bajo los dos años, sugiere aprovechar cada muda o alimentación para reforzar aprendizajes y potenciar espacios de juegos. Enfatiza que hay que crear buenos momentos de este periodo, que luego serán recordados.
Agrega la pediatra que en este lapso de la vida se debe preferir la enseñanza directa. Recomienda que en menores de dos años se eviten las tecnologías audiovisuales y se prefieran las auditivas, priorizando que escuche narraciones, canciones y cuentos, entre otros. Sobre los dos años, se pueden sumar las pantallas acompañadas de objetivos de aprendizaje. Solo por la pandemia en ambas edades plantea que se realicen contactos breves mediante plataformas o videos para que relacionen rostros y voces de adultos significativos. Esto porque las oportunidades de contacto con abuelos y abuelas, por ejemplo, son mínimas.
Bajo condiciones exigentes como las actuales, Claudia Sagredo enfatiza la necesidad del autocuidado de los adultos, “si quieren que sus hijos e hijas estén bien, los padres también deben estarlo”.
Finalmente, la profesional alerta que se ha incrementado el maltrato infantil durante este periodo, producto del encierro y del estrés, como lo demuestran diagnósticos realizados en varios países. “Esto implica que los adultos deben buscar cómo controlar el estrés y eso puede significar algo tan simple como respirar profundo tres veces, turnarse en la atención de niños y niñas así como analizar de qué forma mejorar lo que no se está haciendo bien. También no deben temer pedir ayuda especializada”, concluye.