Nacido y criado en Santiago, a sus 32 años fue electo por el distrito 26 (de la Región de Los Lagos) donde trabaja desde hace seis años como médico rural.
-¿Gaspar, qué implica hacer salud en Palena?
-Egresé en 2014 y me fui a Chaitén a un cescof rural; hice rondas médicas por tres años en 24 postas, repartidas en zonas insulares; también trabajé en el buque cirujano Videla. Eran condiciones muy precarias, de alto aislamiento y de ruralidad. Palpé en carne propia cómo la centralización mata, ya que por condiciones climáticas o por falta de recursos el avión no llegaba y eso implica que -a veces- niños o adultos mueran. Después de tres años, me fui a un hospital de baja complejidad que funciona también como APS, en Palena, al límite con Argentina. Allí hay un banco y pavimento, pero está tan aislado que los problemas de salud se resuelven en Argentina. Chile tiene un convenio con la provincia del Chubut, y nuestros pacientes los derivamos a su hospital.
Para alguien que nació y creció en Santiago y estudió en la Universidad de Chile, es una realidad muy distinta a la que vi en mi formación en hospitales de alta complejidad, donde los recursos estaban siempre disponibles. También es muy distinta a la que creen que existe en el Ministerio de Salud en Santiago. Por eso, insisto en que la descentralización es tan importante en materia de derechos sociales; creo en el rol de los municipios en la provisión de salud y educación. Las personas que conocen las postas e islas son los concejales y alcaldes no los directores de servicios de salud.
-¿Estás por mantener la municipalización de la salud?
-Depende de cómo vayan a funcionar los municipios, porque si siguen como hoy debemos desmunicipalizar. Se les da la posibilidad de administrar la salud sin darles capacidades ni recursos financieros. Espero que avancemos hacia un sistema de autonomía regional en términos de organización política del Estado, que permita que tengan capacidad tributaria parcial, que decidan en qué gastar su plata y que las decisiones se tomen a nivel local. Eso implica municipios, participación ciudadana, concejos municipales y regionales.
Debemos aplicar la subsidiaridad territorial, que significa resolver lo más posible a nivel local, lo que no se pueda a nivel regional y si no se puede, a nivel central. Hoy es al revés. Los gobiernos regionales y municipios no gobiernan solo administran; tienen muchas tareas y responsabilidades pero no la capacidad para producir ingresos propios, escasa capacidad para endeudamiento y producir gasto autónomo, porque vienen las partidas presupuestarias desde el nivel central diciéndoles en qué gastar. Necesitamos avanzar hacia una gobernanza de salud descentralizada a través de municipios o gobiernos regionales o provinciales.
-Con tu experiencia en ruralidad y pobreza, ¿Cómo entiendes el derecho a la salud?
-La declaración del Pacto internacional de derechos económicos, sociales y culturales establece el derecho a la salud como el goce del máximo nivel posible de salud física y mental. Esto es súper importante porque la salud es un derecho social y como tal implica gasto. Depende de cómo esté la billetera para proveerlo. En ese sentido, lo más importante es poner ojo en dos cosas: acceso a un sistema de salud equitativo y justo donde las prestaciones no dependan de la capacidad de pago sino de la prioridad clínica. Y, segundo, aprovechar la coyuntura constituyente para implementar el concepto de salud en todas las políticas, con enfoque de determinantes sociales, porque la salud no depende de hospitales, consultorios o doctores, depende de las condiciones de vida en que las personas nacen, crecen y se desarrollan. Para trabajar realmente en el mundo de la salud debemos verlo desde afuera.
Has dicho que existe un gran acuerdo para impulsar un sistema universal de salud. Entonces, ¿Dónde se centrará la discusión?
-La mayor parte de las personas, organizaciones y gremios están de acuerdo con un sistema universal de salud financiado con impuestos generales más cotizaciones obligatorias. Este debiese incorporar a los prestadores institucionales (hospitales FF.AA, mutuales). Y como el sistema universal no alcanzará a atender todo, deberá estar articulado con los prestadores privados completamente integrados. Es decir, si -por ejemplo- Integramédica u otro prestador tiene horas médicas no puede darlas a quien compra el bono, tiene que darlas a la persona que la atención primaria defina que es primero. Eso significa integrado.
Una de las discusiones que vamos a tener es cómo queremos que funcionen los prestadores privados que no sean parte del sistema. ¿Tendremos que plantearnos el rol de seguros complementarios? ¿Podrán cubrir prestaciones que estén en el sistema universal o serán complementarias, como cirugía estética? La discusión será sobre la relación del Estado con los privados dentro y fuera del sistema universal.
Algo quedará delineado en la Constitución y algo en la ley. La discusión será sobre qué principios quedarán escritos para que después el legislador regule. Sabemos que es importante no dejar todo resuelto porque es una discusión que debe permitir que las próximas generaciones también la tengan.